Los mensajes de texto pueden ser una herramienta muy práctica para la comunicación móvil, pero su uso excesivo durante una cita puede estropear lo que hubiera sido un fructífero romance.
“Qué difícil es fingir estar interesado en lo que otra persona está tipeando en su aparato portátil a otra persona que desconoces“, dice, exasperado, Tyler Barnett, un empresario de 25 años de edad, confeso adicto a los mensajes de texto que dice que rara vez mensajea cuando está en una cita con una chica.
Barnett recuerda una joven con la que salió junto con otra pareja. Las dos chicas comenzaron a usar sus artefactos móviles en medio de la cena en un restaurante. Barnett sospechó que se escribían entre sí, y casualmente pidió ver el nuevo iPhone de una de ellas.
Efectivamente, las dos se estaban comunicando, y hablaban de ellos. “Y lo que decían no era nada halagador“, dice Barnett. “Decían cosas como ‘¡Qué horrorosa la camisa de ese tipo!’ y ‘¿Este tipo quién se cree?’”
“Textear”, por supuesto, tiene sus ventajas en el amor: uno puede flirtear, concretar citas, e incluso enviarse contenidos eróticos.
Pero a veces el texteo estropea las cosas. Betsey Usher terminó con un novio cuando lo vio incesantemente usar su teléfono celular con amigos y ex novias durante sus citas, como en el cine o en los restaurantes.
“Creo que jamás entendió cuál era el problema a pesar de que discutimos sobre eso muchas, muchas veces“, dice Betsey, de 39 años y empleada de un asilo de ancianos en Nashville, Tenesí. “Creo que él es simplemente un adicto”.
Desde el 2001, el número de mensajes de texto intercambiados en Estados Unidos ha aumentado de un millón al mes a 75.000 millones, dice Alex Campbell, gerente ejecutivo de Vibes Media, una empresa de Chicago que ayuda a compañías a publicitarse mediante mensajes de texto. Un sondeo de diciembre del Pew Internet & American Life Project halló que la mitad de las personas mayores de 18 años tienen teléfonos celulares y los usan para intercambiar mensajes de texto.
Es decir, aunque hay que tener cuidado si la pareja prefiere escribir en su aparato en vez de hablar, la gente quiere estar permanentemente conectada, sostiene Campbell.
“La gente sabe que no está bien, pero lo hace de todas maneras, porque la información que obtienen vale la pena el riesgo“.