Con el cabello y rostro en casi perfecto estado, pareciera que la pequeña Rosalina estuviera haciendo una siesta después de haber estado jugando toda la tarde en el jardín. Pero la realidad es otra.
La pequeña niña ha estado descansando en su tumba de madera con tapa de vidrio, en las catacumbas del monasterio Capuchino en Palermo, Sicilia, por más de 90 años.
Las fotos de National Geographic muestran el cadáver de la niña perfectamente conservado, cómo si hubiera muerto hoy.
Rosalina murió en 1920, a la edad de dos años, de una infección bronquial.
Rosalina no está sola. Más de 2000 cadáveres momificados se encuentran en ese lugar, algunos de ellos tienen más de cuatro siglos de antiguedad.
La niña fue la última en entrar a estas catacumbas.
Como estas fotos muestran, algunos están descansando en cajas de madera abierta como Rosalina, otros en bancos y algunos colgando de las paredes.
El cadáver más antiguo es del hermano Silvestro de Gubbio, quien murió en 1599. 410 años más tarde sigue vestido con la misma ropa que se le enterró.
El proceso de embalsamiento era simple. A los nuevos cadáveres se les sacaba la ropa y colocaba en cerámicas con tubos, por los cuales salían sus fluídos, quedando el resto del cuerpo disecado
Después de 7 u 8 meses, con los fluidos fuera del cuerpo, los cuerpos son embalsamados con vinagre, vestidos y puesto donde la familia desee.