Michael Jackson tenía los brazos cubiertos de pinchazos, el rostro y cuello de cicatrices y las cejas y labios tatuados. Pero no era el hombre esquelético y enfermizo que mostraban los tabloides, según un reporte de la autopsia obtenido por la AP.
De hecho, el reporte del forense del condado de Los Angeles muestra que Jackson era un hombre de 50 años bastante sano antes de morir por una sobredosis.
Su peso de casi 62 kilos (136 libras) era aceptable para un hombre de 1,75 metros (5 pies, 9 pulgadas). Su corazón estaba fuerte, sin muestras de acumulación de placa. Y sus riñones y otros órganos principales lucían normales.
Aun así, Jackson tenía algunos problemas de salud: artritis en la parte baja de la columna y algunos dedos, y una leve acumulación de placa en las arterias de sus piernas. Lo más serio eran sus pulmones, que el reporte dice estaban crónicamente inflamados y con una capacidad reducida que le habría ocasionado dificultades respiratorias.
Si embargo, según el documento, su condición pulmonar no era lo suficientemente seria como para haber contribuido con su deceso.
“Su salud general era buena“, dijo el doctor Zeev Kain, presidente del departamento de anestesiología de la Universidad de California en Irvine, quien revisó una copia del reporte de la autopsia para la AP. “Los resultados están dentro de los límites normales”.
Jackson murió en su mansión alquilada en Los Ángeles el 25 de junio luego que su médico personal, el doctor Conrad Murray, le administró el anestésico propofol y otros dos sedantes para ayudar al insomne crónico a dormir, dicen documentos de la corte. El propofol, un anestésico normalmente reservado a salas de operación, actúa como depresivo respiratorio y requiere constante seguimiento.
Cuando Murray se percató de que Jackson estaba inconsciente, comenzó sus esfuerzos desesperados por reanimarlo pero Jackson nunca recobró la conciencia y fue declarado muerto en el Centro Médico de la Universidad de California en Los Angeles.
Aunque el reporte completo de la autopsia no ha sido difundido públicamente, la oficina del forense anunció el mes pasado que la muerte de Jackson era un homicidio no premeditado ocasionado por una “intoxicación aguda de propofol”, y listó los otros sedantes como un factor contribuyente. Los funcionarios dijeron que no se cumplió con el cuidado requerido para administrar propofol ni se usó el equipo necesario para monitorear al paciente, la precisión de la dosis y la resucitación.