Se pone en marcha la máquina que simulará un nuevo 'Big Bang'
Llegó la hora de la verdad. Tras una larga y tensa espera, miles de físicos cruzarán los dedos expectantes ante el instante en que, por fin, se pondrá en marcha la más potente máquina jamás construida por el hombre. El Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés Large Hadron Collider), considerado ya como el experimento científico del siglo, recibirá a las 9.06 horas su primera inyección de partículas.
Instalado en un gigantesco túnel circular subterráneo de 27 kilómetros en la frontera suizo-francesa, el mayor acelerador de partículas personifica un enorme reto: simular las condiciones que existían después del Big Bang (la Gran Explosión que dio origen a la expansión del Universo) con el fin de dar respuesta a los grandes enigmas que aún se ignoran acerca de la formación y composición del cosmos.
Aunque su encendido probablemente no aniquilará la Tierra —como algunos agoreros profetizan—, en el CERN (el Laboratorio Europeo de Física de Partículas responsable del proyecto) más de uno contendrá la respiración cuando se envíe a través de sus cables el primer haz de millones de protones (unas pequeñísimas partículas subatómicas). En ese momento, sabrán si los 14 años de trabajo empleados en la construcción de esta "maravilla tecnológica" y los 6.000 millones de euros invertidos por 80 países han servido para que, al menos, la colosal máquina funcione.
No obstante, los resultados tardarán aún en llegar. Los primeros protones comenzarán a circular hoy, pero las primeras colisiones, que serán las que permitan obtener datos, no se producirán hasta finales de año o inicios de 2009.
A partir de entonces, el LHC acelerará los protones en direcciones opuestas hasta alcanzar el 99,9% de la velocidad de la luz y los hará chocar a una energía tan grande —10 veces superior a la máquina más potente actual, el Tevatron, sito en Chicago— que permitirá que el Universo renazca una y otra vez como hace 13.700 millones de años para intentar entender por qué la expansión del universo está acelerándose en lugar de desacelerarse, como debería ocurrir.
Para tranquilizar al personal, el CERN publicó en agosto un informe que concluía que "no existe riesgo alguno". El documento explica que "durante los pasados miles de millones de años la naturaleza ya ha generado en la Tierra colisiones equivalentes a un millón de experimentos como los del LHC. Y nuestro planeta aún existe".
Tal y como indicó a la BBC Brian Cox, físico del CERN, "el LHC no tiene en absoluto ninguna posibilidad de destruir nada más grande que unos cuantos protones". "Los mini agujeros se evaporarían muy pronto e incluso, si no ocurre así, serían tan pequeños que sería imposible que la materia se acercara tanto a ellos como para poder ser aspirada", agregó Cox.
Desde que se proyectó el Gran Colisionador Relativista de Iones (RHIC), el estadounidense Walter Wagner y el español Luis Sancho han afirmado que existe la posibilidad de que el funcionamiento del LHC desencadene procesos que, según ellos, serían capaces de provocar la destrucción no solo de la Tierra sino incluso del Universo entero. Sin embargo su postura es rechazada por la comunidad científica, ya que carece de cualquier respaldo matemático que la apoye.